Hace unas semanas impartimos la formación de “Operador de carretillas de manutención hasta 10.000 kg” para un grupo de la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Castilla y León.

La Federación colaboró desde el principio proporcionando dos magníficas intérpretes, las cuales actuaron como nexo de comunicación entre los alumnos y Natalia, nuestra formadora.

La dinámica a la hora de impartir el curso fue de adaptación completa al ritmo que se necesitaba por parte del grupo, además de un material más visual y dinámico. Como consecuencia, eran muchas las ocasiones en las que un alumno o alumna hacía preguntas a la intérprete para que se las transmitiera a la formadora.

Respecto a la hora de realizar la práctica de carretilla, una parte fundamental en nuestro curso, Natalia nos contó que: “Nunca había visto personas tan metódicas y atentas a la hora de realizar la práctica”. Nos relataba que era una situación menos frecuente realizar la parte práctica de una máquina únicamente con señalización gestual. Sin embargo, hay toda una serie de códigos gestuales que todo trabajador y trabajadora de maquinaria debe de conocer. Esto se debe a que normalmente en los lugares de trabajo son extremadamente ruidosos, y un gesto es la diferencia entre realizar correctamente tu trabajo, o tener un accidente laboral.

Nuestra formadora destacó en todo momento la atención e interés que transmitían los alumnos por aprender y indudable participación. Todos estos factores creaban un entorno de confianza y bienestar en el grupo.

Por último, queríamos plantear la pregunta de: ¿es posible la inserción laboral real?

Sin duda es posible que la inserción laboral se produzca si los espacios de trabajo estuvieran creados entorno a unos códigos y reglas de accesibilidad de todas las personas, y no al contrario. Si los lugares de trabajo se crearan desde la inclusividad, dejarían de verse como entornos hostiles.