Cada año surgen innovaciones que generan cambios en nuestra vida. Nos obligan a aumentar el ritmo de aprendizaje y de asimilación de conocimientos para poder adaptarnos.

La sociedad avanza y por ello las necesidades de las empresas exigen nuevas formas de liderar, comunicar, trabajar y también de asegurar la prevención de riesgos en el trabajo.

Algunas tendencias actuales como la realidad virtual y aumentada, o la inteligencia artificial prometen revolucionar las formaciones preventivas.

La aparición de nuevas tecnologías en el ámbito laboral pretende dar un salto cualitativo a las formaciones preventivas, pero ¿hasta que punto es beneficioso?

Debemos plantearnos si con la creación de escenarios simulados realmente las personas ponemos en práctica la teoría aprendida. O si, por el contrario, al no exponernos ante una situación lo más real posible junto a la experiencia de profesionales nuestra capacidad de respuesta ante posibles incidentes no es suficiente.

Quizás en este intento de modernizar nuestros ámbitos de vida se nos olvida la importancia de la presencialidad. Del factor humano. Del tú a tú.

¿Por qué no sacar partido al conocimiento de los grandes prevencionistas que hay en nuestro país y aprender directamente de ellos de manera más eficiente y eficaz?

Un curso de primeros auxilios impartido por una/un sanitario de los servicios de emergencias, un taller sobre incendios con fuego real impartido por un miembro del cuerpo de bomberos, una jornada sobre riesgos alimenticios impartida por un ingeniero/a en industria alimentaria…

Sacar partido a las nuevas tecnologías puede ser muy útil para el ámbito de la seguridad si se aplica de otro modo. Un ejemplo son los simuladores de vuelo para los pilotos comerciales que reducen a gran escala la posibilidad de un accidente aéreo.

O el uso de drones en caso de emergencia o derrumbe de un edificio que permiten a los bomberos saber cómo está la estructura antes de entrar en ella, reduciendo así en gran medida la exposición a riesgos.

Un caso real en el que se usó esta tecnología fue en el incendio de Valencia ocurrido el pasado mes de febrero de 2024.

Y aunque novedades como la simulación de mandos de maquinaria o plataformas elevadoras pueda ayudar a la formación, ¿por qué no optar por un aprendizaje real?

Algunos factores que sólo se pueden experimentar en unas prácticas reales son el vértigo al trabajar en alturas; la claustrofobia en un espacio confinado; el cálculo de distancias al maniobrar con maquinaria; la presión y el retroceso de una Boca de Incendios Equipada (BIES); la baja temperatura que alcanza un extintor de CO2 y que puede provocar quemaduras; o la dificultad de respiración ante una situación con humo.

Tender al exceso de comodidad en la elección de nuestras herramientas de aprendizaje puede resultar en la banalización de la prevención de riesgos.

Por eso en Prevenfor apostamos por la formación práctica ligada a las últimas novedades del sector.

Puedes consultar todos nuestros cursos de formación práctica aquí.

Y si quieres mantenerte a la orden del día en materia preventiva puedes consultar la revista Prevencion Castilla y León que desarrolla la Junta de Castilla y León.